Los días pasaban, y lo que había empezado como una meta a corto plazo, se volvía cada vez mas complicado. Los métodos de búsqueda se habían perfeccionado como nunca, pero los resultados le eran esquivos a esos destellos de lucidez característicos de nuestra humilde sociedad.
Rendirse era la solución mas fácil, principalmente porque ya habíamos vivido aquella experiencia y no parecía tan tormentoso.
Lo cierto, es que cuando uno está empecinado en buscar, no puede parar, y si se acaban las ideas, vuelve a empezar. Y así fue. La resignación, manifestada de diferentes formas, se apoderaba de cada uno de nosotros. Parecía imposible evitar lo inevitable. Pero, aquel cuaderno, contenedor de esos métodos revolucionarios, hizo relucir su condición y nos devolvió al principio. Y ahí estamos ahora. En el primer departamento que fuimos a ver. Casualidad o destino.
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